Sagrados y Profanos no empezó con el collage. Comenzó con objetos. Con altares improvisados, devocionales, profanos. Con piezas construidas a partir de símbolos encontrados en mis viajes, objetos cotidianos, estampitas, figuritas religiosas, flores de plástico, amuletos, basura sagrada. Así nació esta serie: como un intento por representar cómo en América Latina las creencias se personalizan, se mezclan, se reinventan.

 

Creencias que arman identidad

Mi investigación comenzó observando cómo, en nuestra cultura latinoamericana, la religiosidad no se limita a los templos. Existen expresiones de fe que suceden en lo íntimo, lo popular, lo callejero. Lo sagrado y lo profano conviven en altares caseros, en esquinas con velas prendidas, en rituales sin dogma. Esta serie parte de esa observación: que nuestras creencias están atravesadas por sincretismos, adaptaciones y una enorme creatividad popular.

 

Dos pilares que sostienen la serie

Por un lado, me interesa el sincretismo religioso: esa mezcla que surge del encuentro (y el conflicto) entre el catolicismo colonial, las religiones africanas y las búsquedas espirituales contemporáneas. Es un fenómeno que atraviesa a toda América Latina y que resignifica los símbolos originales.

Por otro, las creencias populares, que muchas veces quedan fuera del sistema religioso oficial, pero están vivas en la cultura. Ritos, festividades, mitos, figuras no canonizadas, pero profundamente significativas.

 

Sagrados y Profanos nace ahí: en la observación de devociones que no siguen una regla fija, pero tienen una fuerza simbólica enorme.

Me interesa pensar en la subjetividad de la fe: todos tenemos algo en lo que creemos. Algo íntimo, propio, intransferible. Incluso quienes creen en no creer, también están sosteniéndose en algo.

 

El collage 

Con el tiempo, el collage apareció como un nuevo lenguaje para seguir desarrollando este universo. Empecé a trabajar con imágenes como lo hacía con objetos: recortando, sacando de contexto, resignificando. Me gusta pensar que en su contexto original, una imagen es lo sagrado. Pero dentro del collage, despojada de su “lugar verdadero”, se vuelve profana. Y ahí surge algo nuevo.

El collage me permite pensar visualmente lo mismo que venía trabajando con los objetos: cómo se construye una espiritualidad contemporánea, híbrida, personalizada. Cómo armamos nuestra propia fe a partir de fragmentos, de símbolos que tomamos, adaptamos y volvemos propios.